viernes, 6 de febrero de 2009

Pedro I de Castilla

PEDRO I DE CASTILLA


POR GRACIELA SÁENZ DE HEREDIA

(Escritora, investigadora y guionista de la serie de “Pedro I El Cruel”).

Yo soy partidaria de D. Pedro por varias razones, entre ellas porque cada vez los documentos que se van investigando demuestran hasta que punto el rey D. pedro fue calumniado, silenciado, sus mejores documentos quemados por Trastámara después de su asesinato y por una serie de razones que obviamente él necesitaba: destruyó todos los cuadernos de Las Cortes que el rey D. Pedro celebró en Sevilla pudiendo ya jurar como herederos suyos los hijos que había tenido con María de Padilla, las tres niñas y el niño pequeño d. Alfonso, ya que se había demostrado que su matrimonio con ella había sido efectivamente real.

El rey escribió muchas veces al Papa y el Papa le había contestado muy mal, le había dicho que eso eran protestas frívolas y ridículas y desde luego desde que su padre murió súbitamente en el Cerco de Gibraltar estuvo rodeado de adversidades de todo tipo: personales, de estamentos sociales e incluso de la Iglesia. Yo soy católica, he sido educada en la Religión Católica pero no puedo dejar de omitir ni confesar que la Iglesia en la época de rey D. Pedro fue uno de los factores más negativos contra él, estamos hablando del siglo XIV cuando comenzó el cisma de Avignon, es decir, los Papas ya no estaban en Roma, eran franceses y vivían en un castillo inexpugnable que acababan de construirse en Avignon. Además, los reyes que reinaron al mismo tiempo que D. Pedro, el primero D. Juan II era una cabeza muy mediocre, era muy poco brillante, la guerra de los Cien años que había empezado cuando D. Pedro era pequeño y que estaba empezando su gran apogeo, despertaba al rey francés. Así que el ministro de asuntos exteriores y el que dirigía la política de Francia era el Papa que ni siquiera, a veces, le daba cuenta al rey, él decidía.

El Papa Inocencio VI y el siguiente, Clemente VI y el siguiente tercer Papa, los tres fueron enemigos personales, directos del rey, con lo que esto constituía porque entonces en la Iglesia no había cisma ni nada dentro de la cristiandad, donde la vida era para la alta jerarquía eclesial. Entonces el Papa apoyó la rebelión de los nobles contra el rey, cosa que no debería de haber hecho nunca, pero como estaba metido “de hoz y de coz” en política, hasta las cejas, pues lo hizo, de tal manera que los historiadores prestigiosos, que yo no soy historiadora, en la “Historia de España” dirigida por D. Ramón Menéndez Pidal, el profesor Luis Suárez Fernández dice: “ esta intervención del Papa Inocencio VI apoyando a la liga de los nobles rebeldes (la primera) dio a la contienda un rol caballeresco que no tenía, porque en realidad era una simple lucha por el poder”.

Al principio no querían matar al rey, lo que quería la nobleza era gobernar, mientras que D. Pedro lo que pretendía era apoyarse en la burguesía que en anteriores reinados no existía, por el simple problema demográfico ya que no había tanta gente. En la época del rey D. Pedro las ciudades ya eran importantes y los comerciantes producían, ya había trabajo y el pueblo llano también tenía mejor posición. Esta visión de gobierno del rey D. Pedro, apoyándose democráticamente, llamando a cortes a todos los representantes de las ciudades y de las villas, cosa que no volvió a ocurrir prácticamente hasta nuestro siglo. Con Trastámara se dio un paso atrás en este progreso de Castilla tristísimo y fatal. El Papa apoyó esta primera rebelión de la nobleza apoyándose en la imagen de Dª Blanca abandonada, lo que lo hacía muy romántico, aunque en realidad era como siempre en estos casos un problema político por parte del Papa francés (que perteneció a la nobleza), los tres Papas pertenecían a la nobleza francesa y ejercían su espíritu de casta, no tenían nada que ver con las maravillosa órdenes mendicantes de los Franciscanos o los Dominicos que conservaban todavía el impulso de San Francisco, la austeridad, que conservaban todo ese halo de “bien hacer”, en cambio los Papas, los Obispos y Arzobispos pues, generalmente eran elegidos entre la nobleza y por eso entre ellos se entendían muy bien. Muy pocos Obispos y Arzobispos, que los hubo, defendieron al rey hasta el final, y desde luego los Papas en ese período de la iglesia fueron nefastos, y esto lo dice así D. Luis Suárez Fernández: “así comenzó a formarse la leyenda tenebrosa entorno a D. Pedro”. Es decir, los Papas comenzaron a emitir una serie de admoniciones, apoyos a la nobleza, cartas etc. Que terminaron excomulgándole primero una vez y luego otras dos veces más; entonces en estas temporadas el rey vivía en Sevilla prácticamente, casi con mucha libertad, como un ciudadano más y conocía bien mucho mejor que los nobles que vivían en la Corte, las necesidades y problemas de la gente normal, de los ciudadanos y del pueblo llano, de campesinos. Además su alejamiento del poder y la corte le dio una perspectiva, por alejarse del poder en el que había crecido, de ver los problemas desde un punto de vista muy bueno porque se daba cuenta de todas las injusticias que ocurrían, por eso todas esas ideas que se grabaron en él desde la infancia que, como sabemos, los médicos nos dicen que son las que prevalecen durante toda nuestra entidad, pues en él fueron las que formaron ese espíritu de justicia porque él también había sufrido la injusticia de verse no preferido y alejado por su padre el rey en favor de sus hermanastros. Por todo eso el concepto de justicia lo tenía clarísimo y por eso él sabía muy bien cuándo se dirigía a un Papa político y cuando tenía que defender a la Iglesia, por ejemplo, al monasterio de Guadalupe lo defendió con uñas y dientes, porque tenía muchas rentas y lo había fundado su padre el rey D. Alfonso XI y les pertenecía, eran patronos.

El rey tuvo que verse con muchos enemigos desde el principio. Hemos hablado de la nobleza y la Iglesia, pero también cuando él llegó la Peste Negra se había desencadenado por toda la cristiandad, la habían traído los barcos genoveses desde Crimea y hubo una mortalidad de entre 1/3 a ½ de la cristiandad por toda Europa. Al centro de Castilla llegó menos, pero por todo Levante y en los puertos importantísimos de Cartagena y Sevilla entró. Esto que hizo matar a tanta gente, lejos de facilitar la cuestión por tener menos bocas que alimentar, lo que hizo fue empeorarlo más porque había menos brazos para trabajar y desencadenó varias hambrunas. Existía también en ese momento una tensión entre la cristiandad brutal por la guerra entre Inglaterra y Francia (Guerra de los 100 años), el padre de D. Pedro había sido neutral pero D. Pedro no lo fue. Este rey cono han reconocido Américo Castro y Sánchez Albornoz, dos grandes historiadores, ha sido a pesar de la fama de crueldad el más popular rey de toda la historia de España.

La crónica del rey D. Pedro fue escrita por un enemigo suyo, Pedro López de Ayala, Canciller López de Ayala, que la escribió por orden de Trastámara después de haber asesinado a D. Pedro. La crónica de López de Ayala es una prosa magnífica y es muy alabada por todos en el sentido literario pero en el sentido político no, pues él había estado, desertado y traicionado a un rey e incluso estuvo en Montiel durante el asesinato y tenía que justificarse así, el nuevo rey le ordena que escriba esa crónica y en ella se multiplican los crímenes de los que no tenemos documentación. En cuanto a las primeras muertes, si tenemos que juzgarlas, tenemos que considerar como personas muertas a todos. D. Pedro no mataba generalmente más que a los nobles, yo los he contado mientras he podido uno por uno y he hecho una lista que no llega a 100, son muchísimas muertes, desde luego, pero es que Trastámara en un sólo día en Toledo, por ejemplo, mató a 1200 personas en la “Alhama” de los judíos: hombres, mujeres y niños, que estaban desarmados y lo hizo por el simple hecho de que eran leales al rey y protegidos por el rey. Lo mismo hizo años después en las “Alhamas” de Logroño y de Santo Domingo de la Calzada, y con el pueblo de Colmenar Viejo al que arrasó en su totalidad porque en la guerra de la Rebelión de la Nobleza le habían impedido pasar el puerto del Pico. En fin, esto me parece una injusticia enorme, los historiadores llenos de prejuicios racistas, aunque no se quieran confesar hasta nuestra época, hasta los contemporáneos, en estas muertes a los judíos y a los pueblos en masa, asados, quemadas las casas, los animales, pasados a cuchillo nada más que por ser leales al rey, lo han pasado por alto no lo comentan y yo sí lo hago porque para mí tan personas son unos como otros mientras no sea en guerra, que también es muy triste, pero ahí se juega.

Ya llegando al final, a la muerte, ahí existe un misterio enorme. Por supuesto el cronista estaba en Montiel, ¿en qué Montiel?, probablemente no era el de La Mancha. El cronista escribe, no da datos, no dice dónde, nada más que fue en Montiel pero no dice más. Da a entender que lo mató el mismo Enrique de Trastámara y esto es un contrasentido tremendo porque todos sabemos que D. Pedro era un hombre muy alto y muy fuerte y por la misma crónica que hizo a Trastámara cuando ya era rey el mismo cronista, sabemos que era pequeño de cuerpo y delgado. Aunque hubiese entrado a la entrevista como entró armado de los pies a la cabeza, rodeado de todas las compañías que tenía, mientras que el rey tenía ocho compañeros y no iba armado, aún así de un simple empellón el rey le hubiera provocado una conmoción cerebral porque no tenía ni media bofetada. Así que todo ha sido manipulado de tal manera que ahí está el misterio que vosotros tenéis en Casas de Don Pedro. Yo no creo, ni nadie, que fuera en Montiel de la Mancha. El cronista narra que tenían que llegar al castillo, de rodear, de acercarse a él pasando por quebradas boscosas, selvas y cortadas infranqueables. Sabemos que Montiel, el de La Mancha, era ralo, mientras que el Montiel “vuestro” no. En las Casas de Don Pedro tenemos el cortado inmenso de Herrera del Duque y tenemos la frondosidad de los Montes de Toledo que os rodean, ahí sí podía tener sentido esa grase. Después de dice que al rey lo enterraron en Montiel, sin decir dónde. Todos los historiadores han entendido que el rey estaba enterrado por mucho tiempo en el Montiel de la Mancha, cuando no fue así porque lo enterraron ahí mismo en la Iglesia de Santiago, en Puebla de Alcocer. Tampoco habla del traslado, ¿porqué no habla del traslado cuando eso era preceptivo y obligado en todas las crónicas?, pues porque el traslado no existió, porque la batalla había sido ahí mismo en Casas de Don Pedro, desde la Atalaya de Montiel, ese es el Montiel donde murió, donde tuvo lugar la batalla y la muerte de Don Pedro, que debió refugiarse en el castillo de la Puebla que era una galopada para él pequeñísima.

Y ahí es donde está el misterio, donde miente más el cronista y es donde tenemos que buscar y yo creo que cuando ya pasó todo y finalmente en la segunda generación la hija de D. Pedro, Dª Constanza se casó con el duque de Láncaster, hijo del rey de Inglaterra hizo que por fin se unieran las dos sangres, la del Trastámara y la del rey D. Pedro y así la nieta mandó buscar el cuerpo para traerlo a Madrid al Convento de Santo Domingo de Madrid. Yo creo que por la aversión a los Trastámaras en toda esa parte de Extremadura cercana al Monasterio de Guadalupe, tan querida por él y por su padre, es muy probable que no le dieran el verdadero cuerpo y que el auténtico lo ocultasen por que la dinastía Trastámara para ellos debía ser odiosa. Por esto es probable que el cuerpo de D. Pedro, como dijo ese chico (Teodosio Moralo) que fue con Areilza, esté realmente en el subsuelo de la Iglesia de Casas de Don Pedro.

Y con esto os mando un saludo a todos y os doy las gracias por haberme escuchado.


Conferencia de las I Jornadas Socioculturales sobre Pedro I de Castilla.

Casas de Don Pedro. Agosto 2004